Peregrinaje-(14 de ....)



Nos guiaron hacia nuestras habitaciones, todas en el mismo ala, juntas. Al poco tiempo nos llevaron allí la comida, un arroz excelente he de añadir. A media tarde salí a ver a mis compañeros, primero charlando con Sanetomo para terminar reuniéndonos todos en la habitación de Jubei. Mi proposición de dar una vuelta por el castillo fué recogida con sorpresa por el magistrado esmeralda. Según él se suponía que estuviésemos en las habitaciones sin movernos de allí.





Extrañas las costumbres de los cangrejo pues recordaba perfectamente que se nos había indicado que estuviésemos allí como en nuestra propia casa y personalmente en mi casa no hacía nada similar, aunque se suponía que hacer aquello era tener respeto por el anfitrión, por lo que volví a mi habitación y esperé meditando el resto de la tarde.





Una llamada en la puerta me sacó del trance, en el otro lado la presencia de un hombre esperaba, parecía muy calmado, por supuesto le invité a pasar. Tras abrir un monje con el mon del cangrejo entró en la habitación, uno de los Sohei, monjes guerreros.



Me comentó que antes había sido samurai pero, vueltas de la vida se había visto obligado a dejar su condición y había adoptado la vida monástica en el templo de Osano-Wo, para así poder ayudar a su clan en la defensa. Además de interesante conversación traía consigo una invitación al templo. Agradecido me despedí de él y continué meditando.





La llegada de Kisada provocó un gran revuelo. Por una parte un gran contingente de cangrejos se preparaban para “acompañar a Kisada en su paseo”, podría decirse que como su guardia personal, por otra, cortesanos de los demás clanes vinieron a dar el merecido homenaje a aquel hombre.





El día antes de que partiéramos sucedieron varias cosas a destacar. La primera de ellas fué durante la cena, a la que fuimos invitados. En ella, tras el banquete, un cortesano grulla y otro escorpión anunciaron que tenían un espectáculo para honrar el regreso del antiguo campeón de clan, la fortuna de la perseverancia.





No entraré en la descripción de la palabrería, los formalismos ni las zalamerías propias de esta clase de personas, solo diré que el escorpión terminó cediendo el “turno” al otro cortesano insinuando que su espectáculo sería mejor y por tanto retiraba el de su clan en favor de la grulla.



El espectáculo fué digno de verse, una shugenja elevó de varias pequeñas macetas pétalos de varios colores, todos de muy delicada textura, mientras los combinaba en movimiento para formar figuras que representaban una pequeña escena, a medida que los músicos que la acompañaban rodeaban la creación con sus suaves notas.





Terminado el espectáculo y por alguna razón que las mentes de los cortesanos solo conocen, el grulla con una irónica cara, insistió en que el escorpión presentase su espectáculo. Una nueva guerra dialéctica y el escorpión aceptó con una sonrisa...





Un aroma afrutado, suave, muy dulce comenzó a hacerse ligeramente perceptible en la sala. En la puerta con una sinuosa música apareció una joven, vestida de forma provocativa, con vivos colores y delicados trozos de tela situados en un curioso vestido. Avanzando hasta el centro comenzó un provocativo baile. En mitad del mismo cinco sirvientes trajeron con ellos varias cestas, cuatro de gran tamaño y una de más pequeñas proporciones. Colocándolas delante de la mujer abrieron las de mayor tamaño dejando ver su contenido, unos pétalos similares a los utilizados por la shugenja en su número. La música se detuvo y la voz de la bailarina se alzó pidiendo un voluntario para poder continuar el espectáculo. Dos fueron los que se levantaron, casi al unísono, un samurai cangrejo y nuestro compañero Jubei.





- Cuatro cestos llenos de delicados pétalos. Pero bajo uno de ellos- Los criados abrieron el pequeño mostrando varios escorpiones, dejándolos caer en el primero de ellos- se oculta la muerte.- La música comenzó y los criados empezaron a mover las cestas, alternándolas entre si mientras la bailarina se acercó a los dos hombres, moviéndose sinuosamente- ¿Quien será el campeón que decida mi destino?- dedicó varias caricias al aire, frente a cada uno de ellos, perfectamente enlazadas en la melodía y su ahora frenética danza- ¿Quien guiará mi mano?- La tendió al aire en medio de ambos samurais esperando que alguno se adelantase como su campeón.





En aquel instante el cangrejo se apresuró a retirarse, aludiendo como no podía ser de otra forma en el mundo samurai, a que Jubei debido a su mayor rango debía ser el que guiase la mano de la joven.

Las cestas se situaron frente a ella, todavía con el brazo estirado, ahora dirigido hacia nuestro compañero. Este escogió una y sujetando la mano de la mujer descendió hasta que ella comenzó a mover la misma por el fondo de la cesta. La sala quedó al completo durante unos segundos expectante, hasta comprobar que la mujer se encontraba bien. Las cestas fueron entonces retiradas y la mujer continuó su danza mientras otras nuevas eran traídas, esta vez ocho.





- Ahora, elegid, que vuestra templanza guíe vuestros elección.- Una de las sirvientas se adelantó con una venda de seda, acercándosela a los ojos a Jubei, el cual tras dar su consentimiento, fué vendado.- ¿Cual será la que me mantenga a salvo?, escoged, mi campeón.





Las cestas eran transportadas por las criadas mientras giraban alrededor de la singular pareja esperando a que la mano descendiese sobre una de ellas. Una fué escogida y la joven nuevamente esperó a que fuese destapada para introducir la mano, de forma muy decidida. Al cabo de unos segundos la sacó lanzando con ella varios pétalos al aire.





Tras terminar el espectacular número las sirvientas apartaron con sumo cuidado algunos pétalos mostrando el contenido a los presentes, en el fondo de todas y cada una de las cestas había varios escorpiones. Las palabras del cortesano escorpión tras el espectáculo fueron muy locuaces, la síntesis de su mensaje, al menos como la recuerdo fué algo similar a la siguiente frase:





- Bajo una apariencia inofensiva puede esperar la muerte.





El mensaje tendría su dueño, pues muchos de los cangrejo parecían no comprender sus palabras. Por su parte el cortesano grulla se sentó en silencio en su asiento sin pronunciar palabra alguna el resto de la cena.



Un único acontecimiento más cabe destacar, rodeado de guardias un perdido entró en la sala pidiendo hablar con Kuon en calidad de emisario. El mensaje a entregar fué sencillo pese a que el destinatario se negaba a escuchar nada de aquel “hombre”.





- El pacto sigue en pié.





El martillo del campeón del cangrejo voló hasta impactar en el cuerpo del emisario segando su vida con tremenda rapidez. La cena se dio en ese momento por concluida y todo el mundo se retiró de la sala, a excepción nuestra, pues se nos indicó permanecer allí.





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