Peregrinaje-(17 de ....)



La batalla había concluido y las celebraciones comenzaban. Un contingente considerable se quedo a los festejos mientras que otros, de menor rango en su mayoría, volvían a sus responsabilidades. Antes de marchar con Sanetomo hacia la ciudad imperial donde le esperaban para asignarle una nueva vivienda acorde con su cargo, crucé unas últimas palabras con Kisada. Mi curiosidad acerca de él me llevó a preguntarle que era lo que iba a hacer después de haber completado la misión por la que regresó. La pregunta no le pilló por sorpresa, seguramente él estaba pensando lo mismo. Lejos de darme una respuesta preguntó por mi opinión acerca de lo que debería hacer.



- Viajar por el imperio para compartir vuestra sabiduría.



Estas palabras no le agradaron especialmente y me pidió, con la peculiar sutileza de los cangrejo, que me fuese de allí. Conmigo partió Sanetomo, Jubei se quedaría unos días más en las celebraciones



El camino fué tranquilo, y una vez en la ciudad imperial cada uno volvimos a nuestros quehaceres, él a sus labores como magistrado, por mi parte me dediqué a continuar con mi peregrinaje entre templos. Los días dieron paso a los meses mientras una sospecha crecía en mi compañero dragón, alguien entre sus hombres, varias notas extrañas...





En medio de toda aquella confusión y desconfianza fué llamado a sus tierras para continuar con su progreso como Yama-bushi, la élite de los shugenja guerreros del clan dragón. Como no podía ser de otra forma acompañé a mi amigo hasta sus tierras como invitado.





Varias de las cosas que los Kamis me concedieron allí quedan para mi, algunas de las que los hombres fueron vehículos serán compartidas. La primera y por su relevancia la más importante fué la del conocimiento que en el clan de los buscadores se alimentaban de “Salmón de monte”, para mi cabra, un nombre peculiar enmascarado para contentar a los estúpidos parientes del imperio. Incluso los más cercanos a mi mundo, a mi reino, se rendían a veces ante la presión de la ignorancia.



Otra de las cosas que desvelaré es el odio humano, uno de los nuevos títeres del aprendizaje fue manifestado. Era de noche, nos encontrábamos cerca del destino final de nuestro viaje. Ambos dormíamos plácidamente cuando un ruido en mi espalda me sobresaltó. Semisentado un cuchillo se posó sobre mi garganta.





- Lo que los tuyos hicieron en nuestras tierras será vengado, morirás.





El brazo de mi atacante apretó su cuchillo hacia mi yugular en un rápido movimiento. En momentos como ese es la providencia la que otorga la vida, esa pequeña creación de mi ser la que decide quien vive y quien muere. El movimiento de mi cuerpo escapó a todo control humano, mientras la hoja seguía perforando mi piel el cuerpo del hombre era despedido hacia atrás apartando su brazo. El siguiente movimiento lo acompañaron los gemidos del muerto mientras caía con el pecho totalmente hundido. Al ver la cara de mi atacante era un bandido, uno de los habitantes de la zona que incapaz de liberarse de su carga, con su ancla aún a cuestas quiso continuar en la dinámica de venganza que habían preparado para él.





Es en este momento, bajo la clara luna de las montañas cuando estas palabras tienen que ser escritas. No soy un ferviente admirador de mi maestro, es más, su camino es antagonista al mío, puede que yo mismo lo creara, o que el mío se creara para contrarrestar al suyo, Yin – Yang, sin embargo sus palabras merecen reconocimiento, este es un extracto de su tao, la visión de su camino que me fué confiada a medida que abría las puertas, él lo entendía como puertas del alma, yo veo que no es así pero eso es algo que tendrás que averiguar por ti solo.





Extracto del Tao de Kenji. Las puertas.





La primera puerta.



La primera es la de la ignorancia, olvida los límites si te llevan al conocimiento, no te sometas pues el subordinado es estúpido.





La segunda puerta.



Con la segunda puedes desentrañar los misterios de la mente humana y ver sus sentimientos como figuras vivientes.



La tercera puerta.



Con suerte alcanzarás la tercera y observarás el mundo que te rodea con otros ojos vislumbrando lo patético de los individuos que observan tus sentidos.





La cuarta puerta.



La cuarta, la dureza y el espíritu. Nada ni nadie te dañará, ni por dentro ni por fuera.



La quinta puerta.



Por último recordarás que todo lo que has aprendido no es nada, tu vida de búsqueda es un paseo muy corto comparado con el camino que te queda, que no res más que un ignorante antisocial, frío, ciego y débil, tan frágil que se rompe con una palabra. El final del camino es el principio.





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